


Por que hay voces
que siempre están ahí…
Presencias que nos acompañan… Que oímos y percibimos…
Pero no podemos ver…
Descubre la inigualable
experiencia de convivir
con las ánimas…
Hace 10 años vi una puesta de Pedro Páramo en el Museo de Antropología, aunque era una puesta con caballos y muchos actores me pareció que no se acercaba a ese mundo fantasmal que plasma en su obra, y es que los cuentos son cuentos y no quieren ser teatro. Desde ese tiempo y hasta hace un año vi más o menos unas 8 propuestas escénicas que intentaban poner a Rulfo en escena y justo montando otro trabajo sobre el movimiento del 68 en una de las escenas que trabajabamos me vino la idea de como abordar una propuesta entre performática y teatral a partir de la mayor parte de la obra de Rulfo.
Trabajamos a lo largo de un año y hoy hemos realizado un montaje en el que podemos ver como se corresponden las situaciones de su obra, como sus personajes no existen y como su muerte o su desgracia puede llegar a significar algo, si logramos que el espectador se identifique con alguno de ellos al compartir su pensamiento.

Tratamos que las palabras y personajes de Rulfo muestren la profundidad de sus sentimientos para que el espectador vea como en el extremo de la experiencia humana esta la muerte y como todos nos convertimos en fantasmas, en recuerdos de quienes todavía viven y como los que todavía vivimos seguimos con la mexicanísima tradición de burlarnos de la muerte.
Llevar los textos de Juan Rulfo a la escena siempre ha sido un gran reto, hoy nos lanzamos a la aventura de hacer un pequeño homenaje al que sea tal vez el escritor más importante de nuestro país, no sólo para acercar la obra de este autor al público, sino, para que el espectador pueda contar una experiencia más vivida, diferente, en un espectáculo que le permita una percepción distinta de la obra de Rulfo. Nos proponemos un modo de crear espectáculos mas cercanos al publico, para que ir al teatro se convierta en una experiencia viva y no sólo un lugar donde se va a ver.
El drama de los hombres y mujeres de la obra de Rulfo, es que están condenados a peregrinar por la muerte, sumidos en las miserias y dolores cotidianos, sin tener ninguna salida, no pueden escapar, y entonces nos damos cuenta de que ese también puede ser nuestro destino, y que estamos también condenados a un suceder estéril, vacio, a un deambular metafísico que no es distinto a andar por cualquiera de las calles de nuestras ciudades. Así las palabras, los diálogos, los recuerdos, los hechos que parecen reales, no lo son, son no-ser, ausencia, vacio, noche, luz, desamparo, soledad absoluta sin posibilidad de redención, es la perdida irreparable de la felicidad, de las ilusiones, de la posibilidad de transformaciones que conduzcan a la realización de los sueños y deseos, ya que el hombre sin Dios esta condenado a sufrir y padecer una terrible existencia sin sentido ni esperanza, sin una promesa salvadora.
Los personajes de Rulfo, vivos o muertos vagan constantemente hacia nadie sabe dónde. Sus pueblos fantasmas están habitados por fúnebres mujeres de rebozos negros o por viejas que ya no pueden trabajar y sólo rumian la desesperanza hasta que llegue la hora de morir, pueblos habitados por ánimas en pena, convertidos en una imagen secular del purgatorio.
La compleja y fragmentada estructura que podía parecer incoherente por sus rupturas sucesivas del tiempo y del espacio, y los diálogos y narraciones en primera y tercer persona, nos permite abordar escénicamente los textos de Rulfo para ponerlos a dialogar, gracias a la multiplicidad de perspectivas que permiten la reconstrucción de las situaciones fragmentadas en los diferentes planos. Estas precisas construcciones hechas de palabras, silencios, sueños y monólogos interiores, requieren un verdadero trabajo de traducción, de reinterpretación, de resimbolización, pues se trata de lenguajes distintos, de diferentes nociones del tiempo y del espacio, donde los muertos pesan más que los vivos y las casas se llenan de murmullos entrecortados con largos silencios, donde las vidas pasadas están siempre presentes actuando en la vida de hoy.
Es ingresar a un recinto desconocido y mágico de cuyos rincones van saliendo voces, silencios, símbolos que se repiten y resuenan con obstinación encontrándonos con el sentido conjugado de poesía, mito e identidad, la vida de un pueblo tiene cierta estabilidad gracias al peso de sus muertos, ya que la identidad es la recursividad de los rituales cotidianos en presencia de la vida, es sin duda la búsqueda de la permanecia como sentido básico de la identidad. Cuando se regenera el tiempo mítico, vuelven los muertos y cobran vida.